Cuento: La luciérnaga naranja

Como cada noche su padre se sienta en su cama para besarle la frente y desearle dulces sueños, bueno como cada noche no, ésta es diferente.



Desde siempre ha compartido cuarto con María, su hermana mayor, y se siente protegida sabiendo que está durmiendo a su lado, cama con cama. Cuando no puede dormir ella le toma la mano, dejando colgar sus brazos entre el hueco que las separa y le cuenta alguna historia. Casi nunca escucha como terminan porque se entrega a los sueños apenas empiezan, pero el simple hecho de oír su voz la relaja.

Hoy, sin embargo, tiene miedo. María, casi una adolescente, duerme por primera vez fuera de casa, estaba muy ilusionada por ir a una fiesta de pijamas a casa de una amiga de clase pero sin embargo ella está triste por ser el primer día que duerme sola.

-Papá, tengo miedo - le dice mientras éste remete el edredón para mantenerla calentita.

-¿Por qué cariño? Tú eres ya mayor, eres una princesa. Las princesas no tienen miedo, ¿verdad?

Dudando mira en silencio a su padre que la sonríe seguro de haber aliviado su nerviosismo.

-Pero papá... a las princesas las persiguen las brujas...

Sorprendido por su ingenio suelta una gran carcajada.

- Pero tú eres una princesa diferente - le dice entre risas - Tú eres de aquellas princesas que viven historias mágicas y divertidas, rodeada de hadas como en las historias que te cuenta tu hermana. ¿Cuál es tu favorita?

-Son muchas pero la más bonita es... - piensa durante un momento golpeándose suavemente la barbilla con el dedo - ¡La de la luciérnaga naranja!

-¡Oh! Buena elección. Mira, vamos a hacer una cosa. Yo voy a apagar la luz y voy a colocar esa pequeña lamparita en el enchufe, quiero que la mires y pienses en la preciosa historia que te cuenta tu hermana. ¿Vale?

-Pero es que no recuerdo el final...

-Tranquila, puedes inventarte un final diferente. Así mañanas se lo cuentas tú a ella - se inclina para besarla la frente - Descansa cariño, si necesitas algo estoy aquí al lado. No tengas miedo, ¡eres una valiente!

¿Valiente? Aunque intenta serlo, no está segura de que sea así. Observa nerviosa a su padre salir de la habitación y apagar la luz tras él. Intenta no asustarse así que se concentra en mirar la lamparita que brilla tenuemente en la pared del fondo y recita para sí las palabras que tantas noches ha escuchado a su hermana.

"Había una vez una luciérnaga especial, era una luciérnaga distinta a todas las demás pues cuando caía la noche brillaba con un maravilloso color naranja que protegía los sueños de los niños..."

Los párpados comienzan a pesarle y pese a que lucha por mantenerse despierta, no puede. De pronto siente que la luz del enchufe parece más intensa y entreabre los ojos para mirarla. Sorprendida, descubre brillantes destellos en el aire que forman hermosas formas. Sigue las estelas con la mirada y entonces ve como se detienen en su nariz. Intenta ponerse bizca para distinguir la figura que se ha posado en la punta y chilla asombrada al hallar a una pequeña luciérnaga.

Sin querer la asusta con su grito y ésta vuela por la habitación impregnándola de color naranja hasta desaparecer por debajo de la puerta.

-¡Es la luciérnaga naranja!



Sin dudarlo corre tras ella. Abre la puerta pensando poder encontrarla en el pasillo pero no es eso lo que descubre. Delante de ella, un paisaje colorido en el que todo está invertido. El cielo no es azul sino verde y la hierba que cubre el suelo toma el color del cielo. Nota las gotas de lluvia rozando su cara y se protege de ella con un paraguas rojo que hay junto a la puerta. Sin saber cómo sus manos aún se están mojando y ,sorprendida, entiende que llueve del suelo hacia el cielo.


El viento comienza a soplar, dibujando garabatos rosas en el aire. Sopla con tanta fuerza que arrastra su paraguas haciéndola volar. Se sujeta con firmeza, pero lejos de asustarse ríe a carcajadas cuando a su lado reaparece la luciérnaga. Baila a su alrededor, jugando con ella .


Tras unos minutos, el viento la deposita en el suelo en un lugar en el que no llueve y el sol luce radiante. Salta, brinca y corre por las suaves praderas persiguiendo a su amiga. Sin parar de reír se deja caer exhausta sobre la mullida hierba y la luciérnaga se posa sobre su mano. La mira mientras que ésta comienza a brillar en un precioso color naranja y se duerme.


Cuando despierta a la mañana siguiente está en su cama, arropada con el edredón. Ilusionada, corre a la cocina a contarles a sus padres los sucedido anoche. Ha sido la primera vez que dormía sola y ha sido una aventura genial. Ellos la escuchan felices, sonrientes y la abrazan.

Su madre acaricia su pelo con cariño pero de pronto sus ojos se abren como platos al retirar con suavidad algo que tiene enredado.

Un poco de hierba...AZUL




Mar Albín


Comentarios

Unknown ha dicho que…
Ni Calleja. trê bien

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