Frotándose los ojos y bostezando exageradamente se despereza. Camina hasta el ventanal y corre las cortinas dejando que la intensidad del sol de la mañana inunde la habitación.
Sobre la mesa, en una bandeja, dos vasos vacíos y una jarra de zumo. Ella, tumbada plácidamente en una hamaca a la sombra del porche, bebe un sorbo del vaso que sostiene en su mano.
"Perfección, tantas veces buscada pero nunca encontrada. Alcanzarla nos empuja a mejorar en nuestras pasiones, a continuar el camino pese al cansancio, a superarnos para ser esa versión mejorada de nosotros mismos que nunca consideramos suficiente"
Caminar solo y tener miedo. Atreverse y fracasar. Levantarse y volver a caer. Sacudirse el polvo y tropezar de nuevo. Amar y ser rechazado. Recordar y abrir viejas heridas.
El camino es duro y lleno de dificultades, mas él no desiste. A veces siente que las fuerzas le fallan y aunque todo su ser le pide abandonar, él acelera el paso y continúa su ascenso. Tiene miedo, teme a la vida vacía que sabe que le espera sin ella pero no quiere rendirse, no puede.
El reloj marca las ocho, como cualquier tarde acerco una silla a la ventana donde me siento a esperar tu llegada. Desde hace ya casi un año he acudido día tras día a nuestra cita, yo aquí sentada tras los cristales y tú, ajeno a todo, en tu banco favorito del parque.
Con la mirada perdida en la copa de coñac que sostiene entre sus dedos, trajeado y con semblante serio divaga en sus pensamientos lamentándose de una malograda operación financiera.