Un día mágico

Frotándose los ojos y bostezando exageradamente se despereza. Camina hasta el ventanal y corre las cortinas dejando que la intensidad del sol de la mañana inunde la habitación.
Abre los brazos y deja que los rayos acaricien su rostro, ignorando las protestas de sus amigas que esconden la cabeza bajo las sabanas.

Risueña, bromea con ellas destapándolas tratando de que se levanten pero no lo consigue. Prefiere no insistir, ayer trasnocharon disfrutando de la vida nocturna de la isla y no quiere enfadarlas. Sabe que, al igual que ella, no tienen buen despertar aunque aquí es diferente. La luz, la calidez del ambiente, las paradisiacas calas y lugares mágicos cargados de historia consiguen que despierte con una sonrisa, sedienta de nuevas experiencias y aventuras.

Sin demorarse más, busca unas sandalias y un capazo de mimbre en el que lleva solamente lo imprescindible. Se viste únicamente con un biquini y un holgado vestido de lino blanco que anuda en el cuello y cae hasta sus tobillos. Resalta su belleza con sencillez, la tela inmaculada resalta su piel bronceada y dibuja el contorno de su esbelto cuerpo a cada paso.

En la calle, camina entre el bullicio hasta una Vespa roja aparcada junto a la acera. Acomoda el cesto entre sus pies y se coloca un casco retro cuya visera protege sus ojos del viento pero permite que le roce la cara.

Como primera parada en su ruta elige un pequeño quiosco junto al mar para llenar el estómago. Disfruta de un delicioso zumo de frutas y unas tostadas de pan aderezadas con aceite de oliva. Están deliciosas y el paisaje parece inmejorable pero a cada paso que avanza en su visita descubre un nuevo lugar aún más bello que el anterior.

Recorre con su moto las carreteras y caminos de la zona este de la isla hasta llegar a Santa Eulalia del Río. Se detiene junto a un hermoso puente de piedra que llaman Pont Vell y observa las aguas no muy caudalosas del río que pasa bajo él. Busca su cámara para fotografiar la bella estampa, tan diferente de las habituales en la isla.

-¿Sabías que es el único río de las Baleares?

Sorprendida se gira hacia el hombre que le habla. Tras ella un señor mayor aunque con aspecto saludable la mira sonriente, no es muy alto y parece aún más bajito por el contraste con el joven que le acompaña. Imagina que debe ser su nieto y le mira tímida sin saber muy bien que decir.

-Pero a pesar de eso nunca ha tenido nombre propio.

Sin esperar respuesta el hombre continúa su paseo y ella sólo es capaz de balbucear un escueto "gracias". El chico, que aún permanecía quieto mirándola, camina tras él no sin girarse una última vez.

-Visita la iglesia, te encantará - le dice mientras se despide con una sonrisa y un guiño.

Les observa alejarse y se lamenta de no haber sabido continuar la conversación.

Se entretiene haciendo más fotos y descubre para su asombro los restos de una necrópolis romana, lo que le recuerda que debe visitar la iglesia que aquel chico le había recomendado y quizás con un poco de suerte pueda coincidir de nuevo con él. Pregunta a una señora que le indica que se encuentra en la cima del puig de Missa y hacia allí se dirige.

Apasionada por el lugar inmortaliza cada recuerdo, cada detalle con su cámara. Parece antiguo y confirma que data del siglo XVI. Imagina como debía ser aquel lugar cuando se construyó, pues a día de hoy se mantiene bello. Su blancura encaja en perfecta armonía con las piedras que con el paso del tiempo han quedado descubiertas. Capta en una fotografía lo que sus ojos miran aunque a menudo le buscan a él en los alrededores.

Finalmente desiste en su empeño y continúa su trayecto. Esta vez le toca visitar la playa de Aguas Blancas. Se acomoda en la arena y aunque se trata de una playa nudista, ella prefiere tomar el sol con el biquini puesto. Es bastante tímida pero lejos de encontrarse incómoda, la libertad y el respeto reinan en esta playa pudiendo disfrutar de las trasparentes aguas y el hermoso paisaje ajena a miradas indiscretas o de desaprobación.

Busca en su capazo unas gafas de buceo y se adentra en el mar a descubrir la inmensa y desconocida vida marina que desaparece de nuestra vista bajo las olas. Bucea siguiendo peces de colores y a veces permanece quieta dejando que el agua la meza, observando la belleza acuática sin interrumpirla. Pasaría horas en el agua pero las yemas de sus dedos ya están arrugadas y empieza a tener hambre.

Sale del agua pensando en qué lugar podría comer y camina cegada por el sol hacia su toalla. Distingue una figura sentada a su lado pero no descubre su rostro hasta que está justo delante.

-Hola

De nuevo informal y divertido, la saluda con esa irresistible sonrisa. Ella, sorprendida, se sienta sin dudarlo junto a él. Desde que le viera por la mañana, le ha tenido en su mente. Esta vez deja de lado su timidez y le sonríe. Ha sido un día maravilloso y está segura de que ahora con él, descubriendo el amor será mágico.





Mar Albín

Comentarios

Unknown ha dicho que…
Es un buen relato,con mucha personalidad te hace recorrer la isla como si estuvieras ahì.
Te has superado,de lo mejor que he leido.Felicidades.

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