Seducción en una copa de vino


No puede dejar de mirarla, sentada junto a la barra irradia sensualidad sin ni siquiera proponérselo.


Ajena al gentío divaga en sus pensamientos con la mirada clavada en la copa que agita con delicadeza entre sus dedos. La acerca a su rostro deleitándose con el aroma, el líquido rubí se desliza por el cristal hasta rozar sus labios y saborea el último sorbo.

No puede dejarla marchar. Maravillado por su belleza se apresura hacia la barra y sin pensarlo llama al camarero -Sirva dos copas de vino- se gira hacia la mujer que le ha cautivado desde la distancia y que ahora, con sólo una sonrisa, le ha enamorado.


Mar Albín



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