Tardía juventud

Vejez, esa estación a la que conducen todos los caminos.

Algunos los recorren apasionados, bebiéndose cada paso. Otros en cambio se lamentan de lo dejado atrás, mientras que hay quienes tratan de adelantarse a lo que aún está por venir.
Desafortunadamente algunos caminos se truncan antes de vivir esa parada que muchos temen pero todos ansiamos alcanzar.


Puede parecer una etapa ingrata, a la que se llega tras tanto vivido y aprendido pero en la que en muchas ocasiones no se aprecia la sabiduría que hay escrita en cada arruga de la piel, cayendo en el olvido.
A menudo se recuerda lo que se fue sin apreciar que el brillo plateado de los cabellos no resta belleza sino que adornan un rostro curtido.

Mas la vejez, es la tardía y eterna juventud.
A veces, cuando la acompaña añoranza, es necesario parar para rememorar lo andado pero jamás detenerse en la nostalgia. En esta etapa aún hay mucho por descubrir, se puede aprender tanto de un mundo tan diferente al conocido de niños.



Dedicado a mis padres que cumplen años sin que el tiempo les haya cambiado. Mamá demostrando que la edad no está reñida con la belleza, aún la dicen Guapa en el mercado. Papá siempre peleando con la velas de la tarta pero tan feliz y deportista como ninguno.

La vida os brinda de nuevo la oportunidad de disfrutar de cada minuto, con la tranquilidad de que los hijos ya han crecido  y con la alegría de jugar con los nietos. Nunca es tarde para viajar, reencontrarse con amigos o simplemente disfrutar de un paseo por el parque.

Mar Albín

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