Ella

Era nuevo en la ciudad y, como todos los comienzos, el suyo también resultaba difícil. Aunque le apasionaba Madrid, siempre despierta y con mil planes disponibles, a veces se sentía pequeño ante tanto bullicio y aceleración.

Tenía la sensación de que todo sucedía a velocidad de vertigo y le costaba alcanzar el ritmo. Caminaba torpe entre los viandantes que marcaban seguros sus pasos, absortos en sus pensamientos. En su pequeña localidad todos se conocían y saludaban, siempre había tiempo para detenerse para una pequeña charla, en cambio aquí, escondido tras el anonimato que tanto ansiaba, se sentía solo.
Al llegar a la boca de metro se encaminó escaleras abajo. Era hora punta, así que se movía mecido por el compás hipnótico de todos los pasajeros que copaban el andén.


Cuando el tren abrió sus puertas, todos se agolparon esperando encontrar un hueco por el que entrar entre las personas que salían. Le agobiaba, le resultaba caótico hasta que la vio a ella.
Con una elegancia natural y movimientos delicados caminaba entre el alboroto transmitiendo serenidad y sofisticación. Era bella, quizás la mujer más bella que nunca hubiese visto. Su mirada penetrante pero dulce, las ondas brillantes de su cabello envolviendo su rostro de perfectas facciones, los labios rojos resaltando aún más su encanto.


Ella salía, él entraba pero no podía dejar de admirarla mientras se alejaba. Despreocupada, ajena a todo lo que la rodeaba, mecía su bolso de piel negro, tipo college en su brazo. En uno de sus bolsillos laterales sobresalía un libro de tapas negras.
Atraído por la curiosidad, trato de leer el título pero sólo acertó en descubrir, lo que imaginó sería el apellido del autor, Benedetti y un número, el 1.

Aunque paso todo el día ocupado haciendo un montón de trámites y gestiones no podía parar de pensar en ella. Tan pronto como llegó a casa se sentó al ordenador tratando de descubrir algo acerca de ese libro, impulsado por el deseo de conocerla un poco más.
Al poco tiempo de comenzar su búsqueda lo halló. Mario Benedetti, Inventario 1. Leyó acerca de este autor uruguayo y descubrió entre los poemas de este libro uno que le inundó el alma. Se titulaba "Táctica y estrategia" y en su mente se grabaron los últimos versos:
Mi estrategia es
que un día cualquiera
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
por fin me necesites.

Esa noche durmió soñando con esas palabras y con aquella mujer que le había cautivado entre el alboroto y la voracidad de una ciudad que hasta ese momento le asustaba pero que ahora quería recorrerla de su mano.

A la mañana siguiente sin dudar y con una sonrisa en el rostro se dirigió al metro. Quería verla, sabía que se la encontraría. Y así fue. Cuando la tuvo delante no titubeó, estaba seguro de que de alguna manera el destino había cruzado sus caminos y, al igual que Benedetti, no sabía cómo pero la sonrisa que ella le dedicó mientras se acercaba se lo confirmó.

Mar Albín

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