Kintsugi

Tememos tanto la caída, tenemos tanto miedo del daño que mantenemos el equilibrio en filo del precipicio asustados, sin darnos cuenta de que la única salida es saltar.

Y cuando finalmente lo hacemos, nos lanzamos con dudas sabiendo que ya no hay donde agarrarnos aunque aún buscando una roca de la que sostenernos. 

Pero llega el golpe. Y nos rompemos. En muchos más trozos de los que esperábamos, con dolor. Y nuestra alma se queda fría pero justo en ese momento renacemos. 

Cada cual decide como recomponer sus piezas, yo prefiero lucir mis cicatrices y embellecer con ellas, dejando que un hilo de oro haga la mejor versión de mí.


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